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Historia de Cástulo (02/03/2007)
 
  Fiel historia del paso de Cástulo por los siglos.Autores:J. C. Castillo ,Concepción Choclán, M. Molinos. (Diario Jaén)
 

    El yacimiento de Cástulo, antigua ciudad iberorromana, se encuentra a 7 kilómetros de Linares en la carretera que lleva a Torreblascopedro, junto al río Guadalimar, emplazado sobre una meseta. Es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la provincia de Jaén. De esta importancia hablan las numerosas referencias encontradas en las fuentes clásicas.

   Sobre los primeros momentos de su ocupación apenas tenemos información. A juzgar por los utensilios líticos encontrados, parece ser que las terrazas del río Guadalimar ya fueron Victoria en bronce. S. I d.C.frecuentadas por cazadores del Paleolítico Medio. Los orígenes del asentamiento estarían datados en torno al tercer milenio a.C., vinculados a la llamada cultura de los silos, momento en el que pequeños grupos de campesinos practicarían una agricultura itinerante en torno al río.

   Durante el Bronce Medio es cuando Cástulo comienza a tomar una entidad importante vinculada económicamente a los ricos yacimientos de metales de Sierra Morena. Entre los s. X y VII a.C Cástulo es una extensa y rica población. De estas fechas son los restos conocidos como el Templo de la Muela. Se trata de un edificio que podría identificarse con un palacio aristocrático, lo que nos habla ya de una cierta complejidad social. Durante esta época Cástulo se considera como un núcleo avanzado de la periferia de Tartessos, de ahí que los colonizadores griegos y fenicios se interesaran por la zona.

   La mayor importancia del yacimiento tiene lugar en el período ibérico, cuando Cástulo es considerado uno de los oppida más importantes de la Alta Andalucía. Los oppida eran poblados situados en lugares altos y fuertemente amurallados, con calles y manzanas en retícula. De esta época sea tal vez la primitiva muralla, de la que apenas quedan restos. La que aparece en la actualidad sería más moderna, de época de inicios de la conquista romana. El Cástulo ibérico llegó a ser la capital de la Oretania, el más extenso oppidum de la Península. Fue también una de las escasas ciudades ibéricas que acuñaron su propia moneda, lejos de los núcleos costeros en contacto con los colonizadores del Mediterráneo Oriental. De esta época ibérica son numerosas necrópolis que han aparecido en las inmediaciones del yacimiento: Baños de la Muela, Los Patos, Estacar de Luciano, Molino de Caldona, Estacar de Robarinas, etc. Estas necrópolis, de incineración, han permitido reconstruir los rituales de enterramiento ibéricos entre los s. VI a.C y I d.C.


   Un momento especial de la ciudad de Cástulo es también el que se produce en el s. III a.C.durante los enfrentamientos entre Roma y Cartago de la Segunda Guerra Púnica. Cástulo, en un primer momento se alía con Cartago, alianza sellada con el matrimonio entre el general Cartaginés Anibal y la princesa castulonense Himilce. Sin embargo, en los últimos momentos del enfrentamiento Cástulo se decanta por apoyar a Roma. Esta potencia, que en principio no tenía como objetivo de su expansión a la Península Ibérica, estableció como estrategia el convertir nuestro territorio en escenario de las operaciones bélicas, para aflojar la presión que Anibal ejercía sobre la Península Itálica. La guerra fue ganada por Roma y así, merced a su cambio de alianzas, Cástulo se encontró en el campo de los vencedores. Éstos concedieron a la ciudad privilegios que le permitieron mantener prerrogativas sociales y políticas, así como el control económico sobre los yacimientos metalíferos de Sierra Morena Oriental.

   Cástulo estableció con Roma un foedus que hacía que fuera considerada ciudad libre e inmune, parcialmente, del pago de tributos. En contrapartida debió albergar una guarnición romana y proporcionar tropas en los conflictos bélicos. De esta época de la conquista romana (s. III a.C.) y hasta el s. I d.C. proceden los restos más conocidos actualmente de la ciudad: el depósito de agua principal de la ciudad, la muralla reconstruida de esa época, restos de muros que, a juzgar por su porte, se han identificado con restos de un teatro... Estas construcciones romanas que podemos contemplar hoy día, aunque por desgracia tan sólo a nivel de cimentación, corresponden a edificios públicos como son la Villa urbana del Olivar, un conjunto de instalaciones termales, algunas monumentales. Este conjunto termal consta de una sala caliente (hipocaustum), sostenida por un entramado de pequeñas bóvedas de ladrillo, patios de distribución, uno de ellos con una fuente central y un pavimento de opus spicatum y unas letrinas abovedadas en muy buen estado de conservación. En un extremo de este conjunto de construcciones podemos ver los restos de cimientos de un edificio de cinco naves al que tal vez podemos identificar como un templo, aunque no puede confirmarse por estar escasamente excavado. Por idéntico motivo tampoco podemos establecer con seguridad el lugar de situación del foro.

   Durante el Bajo Imperio, a partir del s. III, se inicia el declive de Cástulo, seguramente como consecuencia de la paralización de la explotación de metales de Sierra Morena, debido al agotamiento de los filones. Entonces comenzó el lento, pero inexorable, abandono de la ciudad.
Aún así, la ciudad fue sede episcopal durante varios siglos, desde el IV al VII, en que se enviaron representantes a los Concilios de Toledo, el último en el Concilio X (año 666). También fue ceca durante el período visigodo, en el que emitió monedas en los reinados de Sisenando y Chintila. Del período visigótico pueden ser los restos de la basílica a la que antes se ha aludido. Los testimonios arqueológicos de este periodo se limitan a la localización de varias áreas de enterramiento, tanto en zonas internas como externas de la ciudad, piezas de metal, monedas, etc. La localización de estos restos nos hablan de una decadencia de la ciudad, que quedó limitada a pequeñas áreas de la urbe romana. A lo largo de los s. VI y VII la ciudad pierde importancia a favor de Beatia (Baeza), a donde se transfiere primero la ceca y después el obispado.

   En el periodo hispano-musulmán la ciudad es conocida por Hisn Qastuluna y prosigue su decadencia, como se puede comprobar por la utilización como viviendas de las grandes cisternas romanas. La meseta donde se asentaba la gran ciudad iberorromana es ahora lugar de asentamiento de pequeños núcleos dispersos dentro del recinto amurallado. De aquí la denominación de Hisn (castillo-refugio). En el s. VIII se produce aquí el enfrentamiento entre el emir Abd-al-Rahman I y Abu-l-Aswad, hijo de Yusuf al-Fihri, gobernador de la marca de Toledo, en la batalla de Qastuluna (785-786).

   En torno al año 890 se produce una nueva batalla en la que Lubb b. Muhammad , aliado de Ibn Hafsun asedió y tomó Hisn Qastuluna a los muladíes. En estos momentos la crisis de la ciudad ya es total y se incrementará con la fundación en 968 de Bury al-Hamma (Baños de la Encina). Desde fines del S. X la ciudad ya no es citada en las fuentes escritas. Posiblemente su población se trasladó a Ubeda y Baeza.

   Entre los S. XI y XIII hay un renacimiento del núcleo de la antigua ciudad, ya que la posición estratégica del asentamiento junto al río Guadalimar hace que se produzca una consolidación del recinto amurallado junto al espolón sur de la meseta. De este período es el Castillo de Santa Eufemia del que hoy día sólo quedan en pie restos de un torreón. Este torreón, de finales del S. XII, poseía cuatro pisos, y era de planta cuadrada. Internamente las cuatro plantas están compartimentadas en dos estancias cada una comunicadas por una escalera central.

   Fernando III el Santo en 1227, junto con Baeza, y desde ese momento perteneció al concejo de esta ciudad. Se construyó entonces un nuevo castillo en torno a la torre musulmana, defendido por torres de planta cuadrada. El castillo y el extremo sur de la meseta quedarían así aislados del resto del asentamiento por un foso defensivo. Siguió ocupado el lugar durante los S. XIII y XIV, antes de ser abandonado definitivamente. A partir de ese momento, el auge de Baeza y Linares supuso el desmantelamiento de Cástulo, sirviendo sus ruinas de cantera para el crecimiento de estas dos ciudades.

   En el S. XV, Cástulo sufrió la demolición de sus murallas y de los restos de edificios que aún quedaban para "que no sirvieran de refugio a bandidos y salteadores de caminos". Con esa destrucción desaparecieron los restos de una de las ciudades romanas más importantes de la Bética.


(FUENTE: J. C. Castillo ,Concepción Choclán, M. Molinos. DIARIO JAÉN)

 

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